Características de la maroma de Benavente
En el pasado y hasta hace algunos años la maroma empleada en Benavente para la carrera del toro era una gruesa soga de cáñamo de unos 80 a 100 metros, que se ponía a punto unos días antes del festejo mediante su remojo, se reparaban los tramos sueltos y se anudaban. No era extraño dar varias vueltas a la entonces villa benaventana y ampliar el recorrido sobre la marcha, gracias a la resistencia del toro, incluso era habitual ofrecer la posibilidad de que el toro se refrescase, acercándole hasta alguno de los canales de las inmediaciones. La maroma exigía una renovación periódica y a causa del excesivo deterioro o su defecto se recurría a otras existentes en la Villa, así la documentación alude frecuentemente al empleo de las sogas o maromas que se utilizaban en el campanario de la iglesia de Santa María del Azogue. Aunque en principio la maroma disminuya el riesgo que se produciría si el animal fuese suelto, la fuerza de éste, aunque no gobierne totalmente el agudo arma de sus astas puede ser, de peligro mortal. La maroma tiene un papel primordial en la fiesta y de ahí el celo de los encargados, y ediles por mantenerla en las menores condiciones para el buen desarrollo de la carrera.
Actualmente y desde hace algunos años ha sido sustituida por una maroma de fibra sintética, mucho más ligera de ente unos 100 o 110 metros. Se efectúan tres avisos mediante el lanzamiento de sonoros cohetes de artificio, llamados aquí “bombas” y que en la actualidad con un intervalo de un cuarto de hora se lanzan sucesivamente y que antiguamente eran indicativos de la marcha también de los trabajos de preparación en el toril para colocar. En el pasado se trataba de un proceso laborioso complejo proceso que podía demorarse, ya que en ocasiones pese a la pericia de los enmaromadores. En ocasiones colocar la maroma al astado ocasionó que la salida del toro se demorase excesivamente hasta ya caída la tarde. A partir del año 197, a raíz de la construcción de un nuevo toril dotado de nuevo mueco adecuado, donde el toro es colocado para el ensogado, se facilitaría enormemente la tarea, al reducirse la posibilidad de movimientos de la res. Progresivamente la reforma y mejoras en el toril durante los últimos años han procurado una tarea más efectiva a la hora de colocar la maroma en las astas, la cual puede reducirse a unos 10 minutos.
Materiales, longitud, grosor y colorido de la maroma
Histórica o tradicionalmente las maromas utilizadas en Benavente eran en cuanto a su material, de cáñamo u otro tipo de fibra vegetal, resultando por ello excesivamente gruesas y pesadas. Así en 1975 la maroma tenía una longitud de 120 metros, alcanzando un peso de 192 kilogramos, cuyo diámetro era de 49 centímetros. Esto debió ser lo habitual en cuanto a las características de las maromas tradicionalmente utilizadas en Benavente para la carrera del toro enmaromado, hasta que el año 1981 comienzan a sustituirse por otras modernas de fibra sintética que resultan mucho más ligeras. La adquirida dicho año para el toro denominado “Puntillero”, con un metraje algo menor del usual (110 metros) y que presentaba un diámetro de 33 centímetros daría muy buen juego en la carrera, lo cual procurará una vida de uso de dieciséis años, retirándose la misma en muy buen estado. Sin embargo, en 1997 fue reemplazada por una maroma de fibra blanca que resultó excesivamente gruesa y que presentaba un peso de 100, 44 kgs. En el año 2003 sería sustituida por una también de fibra, pero de color verde, que resultó de baja calidad y tenía un peso de unos 40 kgs. Nuevamente en el año 2005 se retornó a una maroma de cáñamo embreado, la cual sería reemplazada en el 2009 por una maroma de 121 metros y de color ocre arena con un peso de 65,34 kgs. Nuevamente sería sustituida por otra de idéntico material y coloración.
De todo ello se desprende que las maromas empleadas en Benavente siempre han tenido una longitud entre los 100 y los 125 metros y contando con un diámetro o grosor entre los 26 y 49 centímetros, siendo en torno a los 30 centímetros su diámetro habitual. El peso en su conjunto se situaría, salvo alguna excepción ocasional y al menos durante las últimas décadas en torno a los 60 kilos, careciendo de coloración especial y presentando frecuentemente la habitual gama ocre arena.
Proceso de enmaromar o echar la maroma al toro
En el pasado y entre la relación de gastos de la fiesta, advertimos cómo se hace mención de algunas de las personas que podemos definir como “bastidores de la fiesta”, entre ellas señalamos a los encargados de “echar la maroma al toro”. Labor ésta de habilidad y paciencia debido a las envestidas e inquietud del animal. En este sentido ya en el Siglo de Oro en una comedia de Lope de Vega titulada “Peribáñez o el comendador de Ocaña”, cuando se pondera la bravura de un toro, se asegura que “no se ha encintado en una hora”. En las actas municipales de 1765 se ordena una gratificación “dos reales que se dieron a los mozos que llevaron la maroma al buey como es costumbre”. Lo cual es un indicativo de que cuando se empleaba un toro bravo o un “buey” o res morucha para la carrera se gratificaba a los mozos que colocaban la maroma al astado. El método o técnica de ensogado por la testuz, resultaba un proceso lento y poco seguro, por lo que a veces se requieren varias intentonas, a causa de ello en ocasiones el festejo se demoró varias horas. En el año1974 al toro llamado Botero se tardó dos horas y veinte minutos en poder colocarle la maroma. Por ello esta tarea requería de personas diestras en este cometido que evitasen estas situaciones e innecesarias demoras.
El ensogado o encintado consistía en el lanzamiento y sujeción de la maroma en la cornamenta del toro, previamente se introducía el cabo de la maroma por debajo de la puerta del toril. Con esta punta se formaba una gran lazada, requiriéndose de la participación de varias personas que, sujetando con unas pequeñas cuerdas de pita, procediesen mediante pequeños y sincrónicos ajustes o tirones al cosido o entrelazado de la maroma en la testuz del animal. Desde una de las tapias del viejo toril (en un andamiaje) se tiraba el lazo, que consistía en hacer un nudo corredizo sobre la testuz del toro, lazo que por el otro lado llevaba una cuerda que era sostenida por otro sobresaliente que se situaba en la tapia de enfrente; entre ambos iban tanteando hasta dejar caer el lazo entre los cuernos del animal; una vez logrado, el que portaba la cuerda la soltaba y el que sostenía la maroma tiraba fuerte para hacer correr el lazo, con lo cual el toro quedaba atrapado, después sobre el lazo se hacía la “nudilla”, que consiste en trenzar entre los cuernos, en forma de un ocho, una larga cuerda de seguridad para evitar que el nudo pueda aflojarse. Según la documentación municipal eran frecuentes las propinas a las personas que realizaban este cometido dada la pericia necesaria y la peligrosidad que entrañaba. Así en el año 1692 se recoge en la documentación de fiestas el siguiente dato: “mas pagué en dicho día a los hombres que llevaron la maroma al buey de la víspera del Corpus”. Nuevamente en 1697 se indica: “a los que llevaron el buey enmaromado se les dieron dos reales”.
Esta era la forma de colocar la maroma al toro hasta que en el año 1975 el viejo toril fue sustituido por el actual. Estas nuevas dependencias fueron planeadas para dicho cometido, contando con mejores condiciones para el astado y más exentas de peligro para los enmaromadores, además de facilitar la colocación del lazo de la maroma tanto en seguridad como en tiempo, gracias a la instalación de un mueco o pequeño chiquero al que el toro es conducido para el ensogado. Sin embargo, los problemas no se eliminaron totalmente, así en el año 1992 se demoró la salida del astado 20 minutos por problemas para introducir en el mueco al toro Molinero, que así se llamaba. Posteriormente en esta década de los 90 se adquirido por parte del Ayuntamiento un mueco de curas que servía como cajón para ponerle al astado la maroma. El año 2017 que se han realizado una remodelación de las instalaciones de toril dotándosele entre otras mejoras de un mueco de pinza donde se realizan las labores de enmaromamiento sin peligro tanto para el astado como para las personas que realizan estas labores tan singulares y específicas.
Autor: Juan Carlos de la Mata Guerra