La Maroma de Benavente (IV)

Enmaromar en Benavente


Como conducir la maroma durante la salida y recorrido del astado en Benavente

Conducir convenientemente la maroma, supone todo un ejercicio de pericia, cómo velar por el descanso de la res en las paradas que ésta realiza, etc. En Benavente existe constancia documental de que antiguamente se daban propinas a los mozos y sobresalientes que controlaban la maroma y conducían al toro, los cuales eran llamados “zagarrones”. Esto sucedería durante algún tiempo, sobre todo durante los primeros años o tiempos del festejo, ya que los mozos corredores, es de suponer, no estarían suficientemente adiestrados o experimentados en estas lides. Esto también con el fin u objetivo de aminorar los riesgos posibles y adquirir la destreza necesaria por los participantes. Es decir, para en su día poder “correr toros”, evitar percances, sortear las envestidas, llevar convenientemente la maroma, etc. 

Siempre ha sido necesario por otra parte un adiestramiento previo que tendría como principales agentes a los propios padres y familiares, que por tradición enseñarían a sus hijos, los mozos de la casa, mediante consejos prácticos las argucias y destrezas necesarias saber cómo evitar percances y situaciones de riesgo, también para saber llevar y conducir mediante la maroma al toro por un espacio urbanizado o semiurbanizado como son las calles de una población.  Con esta transmisión práctica de conocimientos o se adiestra al futuro corredor con el objeto de conseguir una carrera limpia y vistosa para el disfrute de todos en general, procurando con ello que la res llegue en condiciones óptimas al lugar donde ha de ser sacrificada. Mediante esta escuela práctica y popular se transite a los jóvenes benaventanos sobre cómo llevar y conducir convenientemente la maroma, lo cual supone todo un arte y un ejercicio de pericia, cómo velar por el descanso de la res en las paradas que ésta realiza, etc. Como saber inveterado mantenido durante siglos de generación en generación, y por supuesto como atenerse al reglamento oficial del festejo y respetar sus indicaciones en todo momento y circunstancia.

En la argolla de la Plaza de la Madera (década de 1970). Foto Jesús

En tiempos pasados en Benavente la carrera era controlada por estos comisionados municipales llamados “zagarrones” y seguida de cerca por corredores iniciados. Se efectuaban una serie de paradas o descansos en lugares estratégicos del recorrido, siempre en lugares más o menos amplios como plazas y corrillos, en los que el toro ganaba maroma y podía ampliar sus movimientos, para ello se procedía momentáneamente a la sujeción de la maroma a una argolla que permanecía para siempre en el lugar como parada tradicional. Es en las últimas décadas del siglo XVII (concretamente desde 1692), cuando comienza a hacerse presente en las partidas correspondientes a los gastos de las fiestas del Corpus el “buey enmaromado”, especialmente en relación con las propinas que se daban a los zagarrones y mozos que los conducían o guiaban en su recorrido. 

Calle la Rúa, Maroma en zig zag año 2014. Foto Jose Luis Peleas

El recorrido tradicional tenía lugar por las calles y plazas del viejo Benavente, rúas y plazas empedradas en algunos casos y en otros sin pavimento alguno, lo cual facilitaba sin duda la carrera del astado.

El toro en la argolla de la Plaza de la Madera, junto al Asilo de Convalecientes. 1948

En Benavente, a diferencia de la mayor parte de lugares donde tienen lugar estos festejos de toros ensogados, de cuerda o enmaromados está previsto que el toro ha de descansar en una serie puntos del recorrido, y hacer por tanto para en los mismos. En estas plazas o lugares tradicionales del recorrido es donde se hallan instaladas sendas argollas para introducir la maroma y sujetar a la res. Concretamente se hallan fijadas al suelo o pavimento.  

Antiguamente las argollas se instalaban en distintas plazas situadas en el recorrido: Las argollas eran más numerosas que en la actualidad, debido a que el pavimento era de tierra en buena parte del recorrido o bien de morrillo y los toros gracias a lo cual el recorrido era más amplio. Desde la calle de los carros se conducía al toro hacia el Canal de Sorribas y en las proximidades del Puente de Hierro el animal tenía la oportunidad de refrescarse y descansar en las aguas del mismo. La última argolla del recorrido tenía una función distinta a las demás. No estaba por tanto fijada al suelo como las demás. Situada en una pilastra de los soportales de la Plaza de Santa María se función era la de servir como amarre de la maroma para el sacrificio del toro.

En la actualidad y desde hace varias décadas el recorrido es el tradicional, que discurre fijo e inalterable por varias calles céntricas para proseguir en dirección al Matadero Municipal, en cuyo recinto el toro es apuntillado por el matarife. El descanso se efectúa en varios lugares estratégicamente situados en el recorrido, mediante la sujeción en una argolla. El número de argollas es de tres y cada uno de los descansos puede durar de tres a cinco minutos.

El toro enmaromado subiendo la Calle Encomienda. 1954


Autor: Juan Carlos de la Mata Guerra