La Maroma de Benavente (II)

Maroma Benavente (II)



Adquisición y sustitución de la maroma de Benavente

1554. Acuerdo del Concejo de Benavente ordenando el pago de una maroma que se compró para amarrar un toro durante los festejos de la visita del Príncipe Felipe a la villa.

Regimiento ordinario de miércoles 11 de julio de 1554. Archivo Municipal de Benavente


La maroma del toro era proporcionada por el denominado “obligado del abasto de carne”, es decir; el particular que tomaba en arriendo el matadero de la villa por un año, quién se comprometía como una cláusula de sus obligaciones, a proporcionar un toro para que éste fuese corrido sujeto a una larga soga o maroma por las calles de Benavente. Precisamente será esta figura la encargada de proporcionar la maroma junto al resto de pertrechos o utillaje para el matadero. Tras la supresión del llamado procedimiento de hacienda de las administraciones locales conocido como “sistema de los propios”, que procuraba hasta entonces una gran independencia a los ayuntamientos, desaparecerá la fórmula de arrendamiento del abasto de la carne y por tanto la figura del obligado, que era la persona que costeaba el toro enmaromado. Desde entonces será el propio ayuntamiento directamente y con sus propios recursos quien tendrá que sufragar el festejo. Ello va a plantear dificultades tanto en la organización como en los recursos para financiar la adquisición del toro y la maroma.  


Deterioro de la Maroma

El deterioro mal estado de la maroma obliga con frecuencia al ayuntamiento benaventano a tomar urgentemente cartas en el asunto. Así en 1852 construcción de una nueva maroma. “que en consideración a lo que los inteligentes informan. A la urgencia del asunto, que no admite dilación de ningún género y a los males que se seguirán al público, caso de continuar el estado actual, acuerda el ayuntamiento, que a calidad de tomarse cuantas medidas económicas aconseje el caso. Para ocurrir por hoy a mayores perjuicios, se proceda a la construcción de una nueva maroma”. Precisamente una de las preocupaciones constantes entre los preparativos de la fiesta lo constituye el estado de la maroma, ya que frecuentemente ha de repararse o sustituirse. No es infrecuente que se recurra a las maromas ya existentes, ya fuesen estas del común o particulares. No era infrecuente recurría así a las maromas disponibles, como las del reloj del Concejo, que se empleaba para tocar la queda, es decir, las cuarenta y cinco campanadas a cuyo sonido se cerraban tradicionalmente las puertas de la muralla de la villa y se iniciaba la ronda de vigilancia nocturna. De esta forma se recoge en 1874: “…que el regidor señor Burón, había entregado al conserje de la Corporación la maroma de la queda, por otra que prestó al municipio para correr el toro el año anterior, no obstante que no se le había devuelto la suya…”. En otro acuerdo municipal del mismo año se expone: “…que mediante a no servir la maroma de la queda para su objeto según había manifestado el encargado del reloj, señor Folguera, se destine a ese servicio, la nueva maroma construida este año”. En 1877, concretamente en fecha 13 de mayo se produjo sobre benavente la descarga de una pavorosa tormenta con gran aparato eléctrico, cayendo precisamente uno de los rayos sobre la torre de la iglesia de Santa María del Azogue, causando el mismo grandes destrozos en dicho campanario, resultando su famoso reloj totalmente destruido. Este percance ocasionó daños en la maroma que habitualmente se empleaba también para correr el toro, teniendo que acometer el gasto de otra nueva: “A Don Aureliano Muñoz, de esa vecindad, la cantidad de cincuenta y cinco pesetas, importe de una maroma que le compró el ayuntamiento para correr el toro del Corpus y otros servicios, por haberse quemado las del reloj de Santa María con motivo del fuego que tuvo lugar en el mismo”. 


Otros usos de la maroma

Como se desprende de la documentación la maroma era destinada durante el resto del año para otros usos, tal vez por ello se tuvo que sustituir con relativa frecuencia, así en 1879 la maroma y la soga o nudilla hubieron de ser sustituidas: “… el ayuntamiento acordó, que se abonen a domingo Navarro, de esta vecindad, ciento veinte pesetas, siete céntimos, por importe de la maroma y cordel para correré el toro en la víspera del Corpus Christi”, igualmente en 1895 hubo de confeccionarse otra nueva:  Se autoriza a la comisión de fiestas “… para la adquisición de un toro bravo, que se ha de correr enmaromado la víspera del Ssmo. Corpus Christi; haciéndose nueva la maroma por no tener servicio la que hay”. En 1898 a consecuencia de los gastos generados y el calamitoso año agrícola, además de los gastos ocasionados por la suscripción nacional para las necesidades de la guerra de Cuba y Filipinas, decide suprimir por ese año el festejo. Sin embargo, un grupo de jóvenes de la localidad, llevados por su afición a la tradicional fiesta solicitan de las autoridades permiso para correr el toro bravo enmaromado “… costeado de su peculio y suplicaban interesase del Ayuntamiento el acuerdo correspondiente concediéndoles la maroma de su propiedad, que tiene destinada para esta función, …”

La supresión temporal de los festejos por el decreto La Cierva en 1909 ocasionaría el almacenamiento de la maroma que se venía utilizando aquellas fechas, según testimonios orales permanecería guardada en una de las dependencias municipales anejas del fielato de Santa Cruz en el barrio de la Soledad durante varias décadas. En 1939 a raíz de la recuperación de la fiesta los jóvenes hubieron de ser adiestrados en el manejo de la maroma por los corredores veteranos, muchos de ellos ancianos por el largo tiempo trascurrido, ya que las nuevas generaciones desconocían en la práctica lo referente al gobierno o conducción del astado y la maroma. Tanto el propio ayuntamiento como las sucesivas comisiones de fiestas se verán condicionadas a acometer este gasto de renovación cuando no de habilitación de maromas, incluso en años de mayor dificultas económica recurriendo a anudamientos y reparaciones parciales, temporales o momentáneas. En 1957 la maroma fue sustituida adquiriendo una nueva cuyo coste ascendió a 2.040 pesetas de la época, siendo estrenada por el toro llamado Chivito del Campo de Salamanca. Entre 1975 y el año 2003 las maromas fueron donadas por un matrimonio de conocidos empresarios benaventanos de la hostelería, con posterioridad habitualmente son donadas por algunas empresas y colectivos taurinos de la ciudad. 

Entrando en la Plaza de Santa María (década de 1960)

Autor: Juan Carlos de la Mata Guerra